Saltar al contenido

Convirtiéndonos en camino – Parte 1

Convirtiendonos en camino.

Por José Manuel López
Profesor. Relator. Dilvulgador de meditación.

Sin un suelo bajo los pies

Die Grenzen meiner Sprache bedeuten die Grenzen meine Welt
Ludwig Wittgenstein

Comenzar a escribir formalmente tiene siempre una dosis paranoide de desafío.

Comenzar a escribir formalmente tiene siempre una dosis paranoide de desafío. Pero tenemos que mirar hacia adelante si no queremos caer al vacío de la página en blanco, en el letargo de su olor aletargante a celulosa. Así y a todo, faltaba este ejercicio escrito de rehabilitación del pasado, trazando las líneas de fuga de una época que fue punto de inflexión vital.

En aquella época había sufrido el embate más duro del estrés, materializado en un ataque incapacitante de pánico, que me mantuvo durante 12 meses en una de sensación de vértigo – segundo a segundo – de quien se siente caminando boca abajo por un mundo que habían colocado del revés (¡y nadie se daba cuenta!), era una especie de sensación de gravedad invertida, de a cada paso caer arrastrado hacia el cielo. Mi cerebro, sinceramente, me olía a fusible quemado.

Extrañamiento de uno mismo (escalofríos en la columna al ver mi cara en el espejo), vértigos, comportamientos compulsivos, arrebatos de pánico, fobias secundarias, por ejemplo, reaccionaba con la luz amarilla,… vamos, una sopa de síntomas varios en la que mejor no entrar.

Fue un año en el que no había parado de llover en mi ciudad, creo recordar. Este es uno de los factores que me gusta colocar como un detonante más del colapso que se apoderó de mi vida. Puedo  afirmar que mi única ración de sosiego, mi único respiro era una empatía telúrica con la tierra y el paisaje. Thich Nhat Hann apunta al poder regenerador de la conexión con la Madre Tierra. Las hojas, el mar, las montañas o la arboleda ejercían una fascinación disolvente de angustias, durante los días más álgidos del episodio y después.

He aquí que la providencia quiso promover un encuentro dichoso donde los haya. El destino te coloca las experiencias solo cuando estás preparado. Sediento como estaba de un alma caritativa que desde una empatía vital fuese capaz de rebajar mis niveles de sufrimiento, – tengo que aclarar que en aquel momento todas las narrativas culturales habían perdido para mí su autoridad, la cultura enciclopédica, la historia, la medicina oficial, y que no decir de la Iglesia y la psicología… nada podía ofrecerme ninguna ayuda, ya nunca más.

Finalmente, ese encuentro llegó con el calor, el sol y las vacaciones del verano de aquel año de 2001. En Lisboa, la ciudad blanca, en una conocida librería encontré una pila de volúmenes recién impresos, bajando la escalera mecánica a mano izquierda. Algo en mi guardaba ya a cincel, antes de haberlo aún encontrado, aquellos momentos previos al encuentro gozoso. Era la traducción portuguesa del libro de John Kabat-Zin Where Ever You Go, There You Are.

¿Cómo un libro pudo haber ejercido tal grado de influencia en la recuperación anímica siendo simplemente tinta impresa?! Una obra tan suculenta como esencial. Aquellas palabras amorosas y perspicaces eran expresión que apuntaba a una acción especial que era precisamente no-acción, algo sorprendente cuando mi mente estaba habilitada para todo lo contrario, ellas transmitían un lenguaje que paradójicamente enlazó con aquel estado en que se encontraba mi conciencia. De aquella comunicación surgieron pautas sensoriales y cognitivas que se volvieron vivenciales al integrarse en el día a día, tras haber conseguido derrumbar la resistencia de unos órganos aterrorizados de haber caído de repente en el vértigo de una identidad que se escabullía, de un espacio que no era el suyo y de un tiempo que transcurría creando remolinos atractores que arrastraban hacia un pasado o hacia un futuro, ambos lacerantes. Tragando saliva!


NOTAS


SEGUIR LEYENDO PARTE 2